La controversia por la posición proserbia de Handke durante las guerras en la antigua Yugoslavia, con acusaciones de dar voz al nacionalismo serbio más radical y minimizar lo sucedido en Srebrenica -donde se masacró a 8 mil musulmanes bosnios- ha ensombrecido su Nobel.
El escritor, que este viernes ofrecerá una rueda de prensa en Estocolmo dentro de los actos previos a la entrega del Nobel, rechaza que haya cuestionado la matanza y dice que pretendía matizar la imagen internacional de los serbios como “malvados”.
Por Luis Lidón y Nedim Hasic
Viena/Sarajevo, 5 de diciembre (EFE).- Cuando el escritor austríaco Peter Handke recoja el próximo martes el Nobel de Literatura, varias decenas de víctimas del genocidio en la localidad bosnia de Srebrenica -cometido en 1995 por milicias serbobosnias- protestarán en Estocolmo contra un premio que consideran “una vergüenza”.
“Este Nobel nos ha afectado de tal modo que hemos revivido nuevamente el genocidio de 1995. Es injusto”, explica a Efe Munira Subasic, presidenta de la asociación Madres de Srebrenica.
“Hemos rechazado reunirnos con representantes de la Academia sueca. No queremos encontrarnos con ellos después de que nos enviasen una carta en la que se dice que nosotros, supuestamente, no entendemos la literatura“, agrega.
“Nosotros lo entendemos todo muy bien. Ellos no entienden, ni quieren entender, lo que nos ha pasado a nosotros”, señala Subasic, que recuerda que Handke llegó a cuestionar la sinceridad del dolor de las madres de Srebrenica.
La controversia por la posición proserbia de Handke durante las guerras en la antigua Yugoslavia, con acusaciones de dar voz al nacionalismo serbio más radical y minimizar lo sucedido en Srebrenica -donde se masacró a 8 mil musulmanes bosnios- ha ensombrecido su Nobel.
Subasic perdió a un hijo de 21 años en la matanza. Solo recuperó dos huesos, que enterró en el centro memorial de Potocari, donde se encuentran inhumadas 6.610 víctimas identificadas hasta ahora.
El escritor, que este viernes ofrecerá una rueda de prensa en Estocolmo dentro de los actos previos a la entrega del Nobel, rechaza que haya cuestionado la matanza de Srebrenica y dice que pretendía matizar la imagen internacional de los serbios como “malvados” y de los bosniomusulmanes como “buenos”.
La controversia obligó incluso a la Academia Sueca a defender al premio. “Es un autor provocador y que se ha expresado de modo inadecuado y poco claro en cuestiones políticas, pero no hay en sus escritos nada que implique un ataque a la sociedad civil o al respeto por la igualdad de las personas”, subrayó la Academia en un artículo publicado en el diario Dagens Nyheter.
Una de las asesoras externas del Comité Nobel, Gun-Britt Sundström, renunció esta semana después de mostrar discrepancias con el galardón dado a Handke.
UNA POLÉMICA QUE VIENE DE LEJOS
El premio ha reavivado una polémica que ha acompañado a Handke desde la década de 1990. Importantes autores, como la también austríaca y ganadora del Nobel Elfriede Jelinek, o el cineasta Wim Wenders han defendido la libertad de Handke para escribir y opinar.
En Serbia, un grupo de políticos nacionalistas e intelectuales, entre los que destaca el cineasta Emir Kusturica, han apoyado a Handke en un reciente manifiesto que sostiene que “no hubo actos de genocidio” en la antigua Yugoslavia durante la guerra de 1991-1995.
Por el lado contrario, afamados intelectuales como el indobritánico Salman Rushdie, la estadounidense Joyce Carol Oates o el filósofo esloveno Slavoj Zizek han criticado a Handke por su revisionismo y por asumir la propaganda nacionalista serbia.
El novelista estadounidense de origen bosnio Aleksandar Hemon lo calificó como “el Bob Dylan de los apologetas del genocidio”.
Nadie niega la calidad artística de la obra de Handke. El problema, según sus críticos, son sus ideas en varias obras y entrevistas en las que minimiza o siembra dudas sobre la autoría de crímenes de guerra cometidos en nombre del nacionalismo serbio.
Otro problema fundamental es que Handke no se ha distanciado de sus ideas, según sus críticos, sino que sigue defendiéndolas pese a las abrumadoras pruebas que las refutan.
Las atrocidades de la guerra de Bosnia están ampliamente documentadas por la Justicia internacional. El 60 % de las 100.000 personas que murieron en la guerra fueron musulmanes, mientras que el 30 % fueron serbios. La mayoría de las víctimas musulmanas fueron civiles, mientras que las serbias fueron militares.
¿LIBERTAD DE EXPRESIÓN?
Los defensores de Handke aseguran que existe una campaña para castigar su disidencia sobre la “versión oficial” de los sucedido en los Balcanes. Sus críticos responden que no se ataca su libertad de expresión sino unas mentiras que no se sostienen en hechos factuales.
“Nadie dice que Handke no pueda hablar o dar su opinión, pero la libertad de expresión también tiene consecuencias”, explica a Efe Florian Bieber, un historiador y politólogo especializado en los Balcanes.
“Y la suya es una posición revisionista, que pone en cuestión hechos demostrados y que defiende una posición de nacionalismo extremo que denigra a seres humanos”, agrega.
Handke desarrolla sus ideas sobre las guerras de la antigua Yugoslavia en siete libros, de los que “Viaje de invierno a los ríos Danubio, Sava, Moravia y Drina” o “Justicia para Serbia” (1996) y “Apéndice de verano a un viaje de invierno” (1997), son los más controvertidos.
ACUSACIONES DE REVISIONISMO
En sus obras de contenido político, Handke utiliza un estilo digresivo para plantear preguntas retóricas en las que cuestiona la responsabilidad serbia en algunas masacres, como el impacto de un mortero en el mercado de Sarajevo que causó decenas de muertos.
El escritor sugiere que algunas imágenes de campos de prisioneros bosniomusulmanes son escenificadas y atribuye la demonización de los serbios a una manipulación periodística internacional.
“Es una clásica estrategia del revisionismo histórico. Se cuestionan hechos establecidos sin dar fuentes, porque no las tiene, y siembra dudas de forma permanente”, sostiene Bieber.
Handke también sostiene que la matanza de Srebrenica se debió a un acto de venganza por excesos previos de fuerzas bosniomusulmanas y se pregunta qué pudo desencadenarla, como si algo pudiera justificar esa masacre.
Después de obtener el Nobel, en octubre, apareció una entrevista del año 2011 en una revista minoritaria, Ketzerbriefe, en la que el escritor define Srebrenica como un acto de venganza y asegura: “No es que lo condene, pero tampoco lo puedo aceptar del todo”.
Y agrega: “A las denominadas ‘Madres de Srebrenica’ no les creo ni una palabra”. Tras el enorme revuelo que generó, Hadke aseguró que no había autorizado esa entrevista y que sus palabras se habían malinterpretado. Hasta entonces, esa entrevista constaba en la bibliografía oficial del escritor.
En otras obras el escritor cuestiona la legitimidad y la imparcialidad de la Justicia Internacional. Handke se encontró con dirigente serbobosnio Radovan Karadzic en 1996, cuando ya era un prófugo por crímenes de guerra, y visitó al autoritario presidente serbio Slobodan Milosevic cuando esta siendo juzgado en La Haya. También asistió a su entierro en 2006 y dio un pequeño discurso allí.
Handke defendió sus opiniones en una reciente entrevista con la revista alemana Die Zeit diciendo que era literatura y no periodismo. “Ni una palabra de las que he escrito se puede denunciar. Es literatura”.
Sea literatura o no, la indignación de sus palabras es muy real. “Este premio a Handke es algo repugnante en una Europa en la que crece la xenofobia y la islamofobia”, asegura a Efe Bernis Ademovic, cuyo padre fue asesinado en Srebrenica.